Vasco da Gama fue un célebre navegante del siglo XV, un valiente portugués que descubrió una ruta oceánica desde Europa hasta la India, y allanó el terreno para que su protegido, Pedro Cabral, encontrase Brasil. De forma muy apropiada, el club cuyo nombre inspiró también fue pionero, al romper barreras raciales a principios del siglo XX y convertirse en el primer campeón de Sudamérica.
El Vasco da Gama comenzó su andadura futbolística hace 92 años, también en el mes de mayo. FIFA.comcuenta una historia de logros tanto dentro como fuera del campo de uno de los clubes más famosos y populares de su país.
Raíces portuguesas
El remo era el deporte dominante en el Río de Janeiro de finales del siglo XIX. Sin embargo, Henrique Ferreira Monteiro, Luís Antônio Rodrigues, José Alexandre de Avelar Rodrigues y Manuel Teixeira de Souza Júnior, hartos de la molestia que suponía tener que atravesar la bahía de Guanabara para llegar a Niterói y poder disfrutar de su afición, decidieron formar su propio club. El 21 de agosto de 1898, en homenaje al cuarto centenario del viaje a la India del legendario explorador, los cuatro, junto con otros 58 compatriotas inmigrantes portugueses, fundaron el Club de Regatas Vasco da Gama.
El fútbol experimentó una explosión de popularidad en Río de Janeiro a principios del siglo XX, y el Vasco, inevitablemente, ardía en deseos de trasladar al césped sus éxitos en el agua. Una fusión con el Lusitânia le dio esa oportunidad, y el 26 de noviembre de 1915 nació la sección de fútbol del Vasco.
El estreno del equipo se saldó con una derrota por 10-1 a manos de un consolidado Botafogo en el mes de mayo siguiente. La camiseta de los debutantes estaba adornada con la cruz de la Orden de Cristo, que simboliza sus orígenes portugueses. El primer gol de la historia del Vasco fue obra de Adão Antônio Brandão, cuyo padre lo había expulsado de Portugal como castigo por no mostrar interés en su educación. El delantero no sería el último rebelde en adquirir notoriedad en el Vasco.
Al principio el Vasco pasó apuros en las ligas inferiores de Río de Janeiro, aunque acabó accediendo a la elite en 1923, y se deleitó con un bautismo heroico. El régimen de entrenamiento riguroso y sin precedentes del entrenador Ramón Platero dio sus frutos, y 11 de sus 12 triunfos cosechados en una triunfante campaña se produjeron gracias a goles anotados en la segunda parte.
Sin embargo, su alegría no duró. Los rivales del Vasco se opusieron al uso de jugadores negros y pobres, optando por formar su propia liga. Sin la competencia de pesos pesados regionales como América, Bangu, Botafogo, Flamengo y Fluminense, el Vasco se adjudicó fácilmente el Campeonato Carioca, logrando un pleno de puntos en 14 encuentros, un récord todavía hoy vigente.
No obstante, la mayor batalla del club en 1924 fue la que ganó fuera del campo, al vencer en su lucha contra el racismo. La elite de Río de Janeiro volvió a unirse con motivo de la temporada de 1925.
El Expreso de la Victoria
El Vasco volvió a llevarse el Campeonato Carioca en 1929, 1934 y 1936, antes de dar inicio al período de mayor dominio de su historia. Entre 1945 y 1952, añadió a sus vitrinas cinco títulos estatales y el Campeonato Sudamericano de Campeones, un torneo con formato de liguilla del que sólo se celebró una edición y que la CONMEBOL reconoce como precursor de la Copa Libertadores, en Santiago (Chile). Allí, los pupilos de Flávio Costa alcanzaron la gloria invictos, algo que ni siquiera el River Plate de Alfredo Di Stéfano o el gran Nacional de Atilio García pudieron impedir.
O Expresso da Vitória (El Expreso de la Victoria), como se apodaba al equipo durante esta época, era una devastadora maquinaria ofensiva apoyada por la más férrea de las defensas. El guardameta Barbosa y el imponente zaguero Ely resultaban básicos en su resistencia; Maneca y Danilo, cuya visión y ejecución de pases extrasensoriales hacían de él posiblemente el mejor creador de juego que haya vestido nunca la camiseta cruzmaltina, proporcionaban la munición de la que se servían Ipojucan, Chico y el sensacional Ademir de Menezes.
La campaña de 1952 pudo haber supuesto el fin de O Expresso da Vitória, pero el Vasco no tardó en encontrar nuevos héroes: los campeones de la Copa Mundial de la FIFA Suecia 1958 Bellini, Orlando y Vavá. Los tres contribuyeron a que el club se impusiese a escala regional en 1956 y 1958.
El Vasco no regresó a lo más alto del podio del Carioca hasta 1970, pero un año más tarde la aparición de un jovencísimo atacante encendió la esperanza entre los vascaínos. Roberto Dinamite catapultaría a los suyos a la conquista del título nacional de 1974 y de otros cinco torneos estatales. Marcó 698 goles con el Vasco antes de retirarse en 1993, y continúa siendo el máximo realizador de los certámenes Brasileiro (190) y Carioca (279).
El Vasco se impondría en el Brasileiro en 1989 y 1997, cuando Edmundo disfrutó de su annus mirabilis, y el triunfo en la Copa Libertadores de 1998 le dio el derecho a participar en el Campeonato Mundial de Clubes de la FIFA, que Brasil organizó en 2000. Con Edmundo y Romário en un brillante estado de forma, accedió a la final tras eliminar al Manchester United (3-1), donde perdió en los penales ante sus compatriotas del Corinthians.
El Vasco da Gama estuvo a un paso de convertirse en rey del mundo en el Maracaná, pero nadie puede negarle su lugar en la historia.
La época contemporánea
Un formidable cuarteto atacante compuesto por Juninho Pernambucano, Juninho Paulista, Euller y Romário condujo al Vasco da Gama a su cuarto trofeo del Brasileiro en 2000, aunque desde entonces ha experimentado una cierta sequía, ganando únicamente el Campeonato Carioca en 2003.
El estadio
El São Januário se inauguró en 1927, siendo por aquel entonces el estadio más grande de Sudamérica, distinción que perdió en 1940, cuando el Pacaembu abrió sus puertas en São Paulo, y en sus primeros años albergó varios encuentros de la selección brasileña. El recinto trae buenos recuerdos a los vascaínos, que presenciaron cómo su equipo derrotó al Barcelona ecuatoriano por 2-0, en una final de la Copa Libertadores 1998 a doble partido, que acabaría ganando 4-1. Más recientemente, Romário marcó el gol número 1.000 de su carrera, según sus cálculos personales, en el São Januário.
El Vasco puede enorgullecerse de ser el único de los "cuatro grandes" estatales propietario de las instalaciones en las que juega como local. En un estudio llevado a cabo en 2002, el Travel Channel citó al São Januário como uno de los siete mejores estadios del mundo para ver un partido, junto a campos de la talla del Camp Nou, del Barcelona, y San Siro, en Milán.